jueves, 13 de diciembre de 2012

El eterno "loco" Dubois (1971-2008)




Fernando Torres la metió jugando para el Chelsea, y o prometido es deuda: va un nuevo post de futboloides. El presente artículo es bastante especial, la simple imagen “Kissesca”(?) del homenajeado así lo demuestra, un genio y figura que solo puede existir en el poco publicitado pero no menos colorido fútbol de ascenso, más precisamente a las categorías más bajas del mismo. Leíste bien, nada de escenarios prolijos con césped alfombrado, de luces, publicidades de Clear for men(?), autos caros, Mourinhos, Messis, himnos de la Champions y jeques de obesa billetera, no señor.

Alejándonos paulatinamente de las luminarias del viejo continente, nos dirigimos a Sudamérica, donde la pasión se vive diferente, con ruidosas hinchadas, pierna fuerte, amor por la camiseta y equipos brasileros que en una final de copa internacional te mandan unos negros de 2 metros y 130 kilos a la puerta de tu vestuario que te cagan a palazos, lesionan a tus jugadores, le ponen un arma en el pecho a tu arquero y todo termina con los mafiosos hijos de puta buenos señores de la Confederación Truchaméricana Sudaméricana que deciden otorgarle la copa a ese dignísimo campeón(?) que es Sao Paulo... Qué mundial nos espera! En fin, polémicas al margen, hoy toca abordar la vida de un auténtico mito y leyenda del Futboloidismo, cuyos valores personales distan muchísimo de los que presuntamente tienen los garcas de la CFS, estoy hablando del hasta aquí desconocido Darío Dubois.



Si de contextualizaciones hablamos, y como preámbulo para hablar de la excelsa figura de Dubois, conviene definir el ambiente en el cual se movió durante toda su vida deportiva, situémonos en esos pequeños y entrañables estadios de la “D” y la “C” del futbol argentino, esas canchas mitad césped y mitad tierra que hacen indescifrable el pique de la pelota, donde jamás veremos un Ronaldo, un Iniesta o un Xavi. Si levantamos la vista, observaremos coloridas hinchadas detrás de los arcos que cantan amenazantes liderados por tres gordos a torso desnudo(!) que destacan de sobremanera, incitando a conductas tan nobles como la lluvia de piedras, puteadas, vasos, encendedores, escupitajos, orina y todo lo que crean conveniente al ejecutante de cada córner a favor del equipo rival, también son marcas de fábrica las referencias a las madres de los árbitros y las nuevas formas de referirse a aquellos agentes de la ley, las mismas serían “milico”, puto”, “yuta”, “cagón”, “botón”, “cobani” y muchas otras que no vale la pena ni nombrar.

Pero lo cierto es que las sensaciones típicas de las canchas más humildes no se resumen solamente a la vista y el audio, el olfato también detecta una entrañable conjunción de llamativos aromas propios de estos círculos tan populares y desconocidos a la vez, entre los más fáciles de descifrar encontramos el olor a huevo, axila, porro, frituras, choripan, humo de choripan y el del clásico maní torrado, siempre comercializado por un tipo que se te atraviesa adelante obstaculizándo la visual en los momentos claves del partido, siendo más inoportuno que pedo en ascensor(!).

Ese espacio era donde se desempeñaba en el arte de la pelota un futbolista particular e irrepetible, el rebelde Dario Dubois, personaje excéntrico, original, luchador, humilde y honesto que siempre defendió a los compañeros y nunca tuvo miedo a enfrentarse a toda la mafia que abunda en el ambiente del futbol, y mucho más en el caso del ascenso donde las necesidades económicas de clubes y jugadores hacen más habituales las situaciones irregulares. Por contrapartida, sus rebeldías ante el podrido sistema del fútbol son -o deberían ser- motivo de culto.

La figura del “loco” es la del típico jugador de estas divisionales, zaguero central con la 4 en la espalda, de barrio pobre, que viaja en transporte público y que trabaja de otra cosa, ya sea con un empleo fijo o “rebuscándose” con lo que consigue en la vuelta, con múltiples problemas y necesidades pero que deja todo y más dentro del terreno de juego, según sus propias palabras el fútbol era una forma de conseguir dinero para viajar con su banda de rock. Nacido en 1971, hijo no reconocido de Gene Simons(?), se crío en la ciudad de Villegas, comenzó su andadura en 1994 para Yupanqui, para luego ir pasando por varios clubes humildes como Atlético Lugano (1995/97 y 2001), Ferrocarril Midland (1998/99 y 2001/02), Deportivo Riestra (1999/2000), Laferrere (2000), Cañuelas (2001) y Victoriano Arenas (2002/04).

Seguramente, la que más llamó la atención de sus conductas fue la de pintarse la cara al mejor estilo “Kiss” cuando jugaba para Midland en un clásico ante Argentino de Merlo, es que bajo influencia de su amor por el Black Metal, el loco se puso a tono e incluso jugó varios partidos más con dicha apariencia hasta que algún burócrata de la AFA se lo prohibió, sobre la particular pintura conviene citar el material que  en su día el querido Dario generó en una entrevista con el diario deportivo Olé:

-¿Qué te hace sentir?
-Me da polenta. Te pintás, salís para guerrear y los matás a los rivales (NdR: En esta temporada, jugó 22 partidos y sólo vio 4 amarillas).
-¿Qué dicen tus compañeros?
-Lo toman con humor. En cambio, los rivales me deliran a dos manos. Algunos hasta se asustan.
-¿No te gusta el fútbol?
-No me gusta jugar. Lo hago porque es muy competitivo y me entreno mucho. No como carne roja, no fumo y no tomo alcohol. Nunca lo hice. Además, la poca plata que gano me ayuda. Mi posición económica es desastrosa.
-¿Y cuando dejes de jugar?
-Me gusta el golf, pero no tengo filo (se ríe). Vivo mi presente de músico (tiene una banda y toca en pubs) y futbolista. Si mañana tengo que trabajar de gay en un puterío, lo voy a hacer.
-¿Sos homosexual?
-Está abierto a que todos piensen lo que quieran. Yo sé muy bien lo que hago con mi cuerpo.
-¿Cómo te definirías?
-Un payaso que se pinta la cara, pero que se mata por la camiseta.


Otras grandes proezas fueron, como se mencionó previamente, sus eternas muestras de rebeldía ante la corrupción. Durante una entrevista radial, allá por 2003 dijo: “El presidente de Juventud Unida (Juan José Castro) nos ofreció plata para perder, para que ellos ganen y para que él entrara en una reelección de San Miguel. Rata inmunda, jugamos gratis e igual queremos ganar y nos ofrecen plata; igual, no la vamos a recibir… pero es un político, qué se puede esperar de él?”.



Más antigua, pero no menos interesante es la anécdota que data de 1995 cuando se negó a mostrar publicidad en su camiseta debido a que la marca que por entonces sponzoreaba a Deportivo Lugano prometió 40 pesos por victoria a cada jugador, el equipo llevaba tres victorias en fila y el dinero no aparecía, entonces el genial Dubois tomó cartas en el asunto: Como hacía un mes que no nos pagaban los viáticos por partido ganado, decidí llevarme una cinta aisladora negra para taparme la publicidad de la camiseta. Pero justo en ese partido me la olvidé. Entonces, como había llovido, apenas salimos a la cancha hice como que me persignaba (todos los jugadores hacen eso, pero yo no creo en ninguna religión), agarré barro y me tapé la publicidad. La camiseta naranja quedó cubierta con barro. Me puteaban todos, hasta mis compañeros, no entendían nada, el sponsor se cagaba de risa de nosotros, ¿entendés? No nos pagaban, y yo con esa guita viajaba. Después en la semana, la comisión se juntó y me querían suspender, pero no lo hicieron”, GENIO TOTAL.  

La corrupción en los arbitrajes también fue protagonista de sus grandes anécdotas: “Una vez jugando para Midland enfrentábamos a Excursionistas en el Bajo Belgrano. En la segunda falta que hago el árbitro Juan Carlos Moreno me saca la segunda amarilla y cuando me saca la roja se la caen 500 pesos del bolsillo; me zambullí al suelo, agarré la guita y me fui corriendo. Me seguían todos: el árbitro, los jugadores, cuerpo técnico, se armó un quilombo que ni te cuento. Adentro de la manga, rodeado, le dije al juez: ‘Este es el premio que vos me sacas por echarme, hijo de puta’. Al final se lo terminé devolviendo porque sino me daban veinte fechas”.




En 2005, y con 34 años, se rompe los ligamentos de la rodilla. Su club por entonces, Victoriano Arenas, no quiso hacerse cargo de la operación, lo que resultaría a largo plazo en su abandono definitivo del mundo del fútbol, aunque no sin antes, fiel a su estilo, dejarnos una jugosa anécdota: "Me mandaban a todos los hospitales públicos de Avellaneda... y ahí no sabes quién te toca. A mí me tenía que ver un médico deportivo. Imaginate si me agarra uno de esos que están haciendo una residencia... me deja la rodilla en la nuca. A fin de año me llamó la secretaria del club y me quiso hacer firmar el pase donde decía que gozaba de buena salud. Fui a la sede y cuando me dio el papel, lo empecé a leer y le dije: 'ni en pedo firmo esto' y salí corriendo con el pase en la mano. Atrás me corrían la secretaria y un par de tipos más. Era muy loco corriendo por las calles de Valentín Alsina con mi pase sin firmar!

Tras su retiro siguió trabajando con su banda Tributo Rock y también como sonidista, justamente, fue a la salida de su trabajo que el querido “loco” Dubais fue víctima de la inseguridad, un intento de asalto que tuvo como consecuencia dos malditos balazos le pegaron en la pierna y el estomago, lo que provocó una prolongada internación, hasta que el loco, luchando hasta el último segundo, falleció producto de las hemorragias internas, un negro lunes 17 de Marzo de 2008.


Su recuerdo permanece en la mente y el corazón de quienes supieron apreciarlo como un guerrero que siempre fue para adelante, que defendió sus ideales, carismático como pocos, personaje legendario del futbol argentino y futboloide en todo sentido, emocional inducción a nuestro salón de la fama para el eterno Dario “el loco” Dubois.

CURIOSIDADES:

-Una completa nota sobre el asesinato de Dubois.

-Acostumbraba jugar sin ropa interior “porque es más cómodo”

-Su mayor logro deportivo fue un ascenso con Deportivo Riestra a la “C” en 1999.

-“Sé que los rivales se van a asustar, pero el reglamento no lo prohíbe. Yo escucho Black Metal, bien podrido, una música que me parte la cabeza y tengo ganas de jugar así, como soy" Un auténtico total.

-Un entrenador que tuvo en Midland tenía la costumbre de que luego del partido, hacía volver a los jugadores del vestuario para la cancha, con la finalidad de que elonguen y realicen trotes leves por la cancha, la mayoría lo hacía sin los botines o sin camiseta por una cuestión de comodidad, un buen día, el “loco” Dubois quiso estar “tan cómodo” que salió a la cancha TOTALMENTE DESNUDO, ante la sorpresa de su parcialidad que esperaba los clásicos 15 minutos hasta que se desaloje la tribuna visitante. TODO UN PERSONAJE!

-También tuvo su paso por la música trópical, siendo integrante de un grupo llamado “Corré guachín”, fue su tercera banda, las dos anteriores eran, obviamente, de Black Metal.

-Las pinturas con las que Darío se pintaba antes de salir a la cancha, según sus propios dichos, eran propiedad de un travesti con el que el aguerrido defensor salía, fueron un total de 14 encuentros, y antes del partido les pedía permiso a los árbitros para utilizar el vestuario, ya que era el único que tenía espejo. Aquí la imagen.

-Cuentan sus compañeros que era común verlo llegar a los entrenamientos de bonitas chicas, todas diferentes, loco pero no boludo este Dubois!

-Tras su muerte, amigos y familiares organizaron un recital de Black Metal con entrada gratuita en su honor. Popular y metalero como fue el propio Darío durante toda su vida. MAGIA PURA.

1 comentario:

  1. La puta , me quede helado con el triste final que tuvo.
    Siempre se agradece un tio auntentico.
    GEnial articulo ....

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