Estamos
de acuerdo en que un requisito básico para ser futboloide es ser llamativo,
destacable a ojos del espectador, justamente, no pasar inadvertido fue uno de
los logros conseguidos por el gran futboloide que vamos a honrar el día de
la fecha, llamaba tanto la atención, que su índice de llamatividad era de 124,8
llamabytes por segundo(?).
El
hombre en cuestión proviene de ese hermoso país que es México, reciente ganador
del oro olímpico en futbol masculino (al fin terminaron los juegos, basta de
deportes chotos sin gracia menores), que además es cuna de una las
civilizaciones más importantes de todos los tiempos (si si, exacto, los que
llevan nombre de estadio), agregado naturalmente, a los mariachis, las
serenatas, el gran –me pongo de pie señores- Chavo del 8 -me vuelvo a sentar-, la comida picante, el grupo Molotov, Cantinflas, los sombreros grandotes, Thalia,
la lucha libre, los bigotes, el tequila y numerosas cosas más que se me pasan
por alto, en otras palabras es un país que tiene todo, si a esos personajes y
particularidades le sumamos el Mar del Caribe, la célebre contaminación del Distrito
Federal y los partidos de futbol al mediodía, con el tradicional patriotismo de
los mexicanos, tenemos un mundo en sí mismo sobre tierra azteca, de toda esa mezcla de particularidades salió el gran Jorge Campos, atraer la atención, tanto por vestimenta como por su
carisma y su habilidad como arquero de la selección mexicana.